miré
al despertador para ver qué hora era.
Las
tres y media de la mañana ¡vaya faena!
Salté
de la cama y me vestí de mala manera,
quería
saber quien me esperaba ahí afuera.
Cuando
llegué al recibidor,
miré
por la mirilla
y me
armé de valor
como
en una pesadilla.
Te vi
tan desesperada,
te
abrí la puerta y entraste a mi casa.
¿Qué
te ha pasado?
Estás
llena de sangre
y ni
siquiera te has quejado.
¿No
es tuya verdad?
Por
fin te has liberado.
Me lo
dicen tus ojos,
tu
mirada ha cambiado,
estás
tan asustada
y a
la vez tan relajada.
Te
has escapado,
de
esa oscura y mala penumbra
que
le tenía tan cegado.
pero
por fin ha pasado.
Ya no
volverá a tocarte más
con
su garra enfurecida,
ni te
insultará, ¡tranquila!
Tras
varios largos años
de sufrimiento y dolor,
tras
toda la agonía
sufrida
por el maltrato,
llegó
al fin el momento
en
que se acabó tu tormento.
Llegó
al fin el día
en
que as “dao” fin a sus días.
Todo
el veneno que corría por tus entrañas,
al
fin explotó y salió,
chocando
contra el toda tu ira,
enfurecida,
tu
alma te salvó
de
esa oscura injusticia.
No
solamente quisiste ganar,
te
opusiste claramente
a no
poder ganar,
finalmente
lo conseguiste,
ya
puedes respirar,
yo te
apoyaré siempre,
no lo
debes olvidar.
Has
vuelto a nacer,
el
pasado tienes que tratar de olvidar.
En ti
misma creer y solo en ti confiar.
No me
olvides en tu vida,
que
yo siempre aquí estaré,
apoyándote
siempre
ayudándote
a sobrevivir.